domingo, 4 de noviembre de 2018

EXPERTOS EN LEYES.


Y de repente todo el mundo se convirtió, en aquel país poco dado al estudio paciente y concienzudo, en experto en derecho penal y constitucional.
Agudas reflexiones acerca de la distinción entre sedición, rebelión y protesta tumultuaria llenaban horas y horas en los programas dedicados al debate (es un decir) de ideas (es otro decir).
Las mismas personas que, en otras ocasiones, se habían mostrado expertas en aspectos como el cambio climático y las energías renovables, mostraron un sorprendente conocimiento sobre las más intrincadas cuestiones de la ley.
Sedicentes progresistas se remontaban a la Edad Media para defender unas libertades perdidas en algún momento de la Modernidad.
Desde el lado contrario, jóvenes descarados, sin complejos, criticaban por golpistas a los primeros siendo a su vez incapaces de condenar el más trágico de los golpes habido en un país no escaso de ellos. Los mismos jóvenes que, no sé si sin complejos o con complejos, no han leído un libro en su vida.
Mientras tanto, la convivencia se envenenaba sin remedio y un griterío de gente faltona echaba de la discusión a toda persona que no tuviera el rasgo moderno del grito y estuviera anclada en la anticuada idea de que los argumentos debieran ser el músculo de toda discusión.
A uno, que no le gusta que le pasen lista para ver dónde se encuadra, hace tiempo que se le quitaron las ganas de participar en la discusión y su única aspiración se reduce hoy día a desear que no acabemos todos dándonos trastazos para acabar volviendo a la casilla de salida.