La
fama en el deporte es efímera. Los ídolos de hoy serán perfectos desconocidos
mañana.
A
veces, para tratar de atenuar el delirio futbolístico de alguno de mis alumnos
pregunto si sabe quién fue Amancio. Por supuesto pienso en Amancio Amaro
Varela, pero a la mayor parte de mis alumnos el único Amancio que les suena es
Amancio Ortega.
Qué
decir de uno de los mejores futbolistas españoles de todos los tiempos, Luis
Suárez. Para ellos el único Luis Suárez es el actual. De Di Stéfano tienen
alguna vaga idea y para la mayoría Kubala es desconocido.
Cierto
es que los ejemplos que aquí he traído son de futbolistas de hace muchos años
pero de Michel, Butragueño y otros de época más reciente tampoco tienen noticia muy
clara.
En
otros ámbitos, como el de la política, la memoria tampoco es muy eficaz. Para
muchos de ellos Adolfo Suárez es un aeropuerto. Felipe González es un
desconocido. Por Leopoldo Calvo Sotelo no pregunto porque a ese no lo conoce ni
su familia.
Con
todo, algo falla en nuestro país en lo que afecta a cualquier acontecimiento
del pasado, ya sea deportivo o político. Se vive en un presente continuo.
En
Milán algunos jóvenes siguen pidiendo autógrafos a Luis Suárez Miramontes. Son
del Inter y para ellos Luis Suárez representa a uno de los mayores jugadores de
su historia.
Aquí
sólo cuenta lo de ahora. Nadie ha jugado al fútbol antes. Si preguntas quién
gobernaba antes que Sánchez te dirán que Rajoy. Si preguntas por el predecesor
de Rajoy algunos responden que Zapatero pero otros dudan. Aznar ya empieza a
verse entre nieblas y si preguntas por lo anterior a él muchos dicen que
Franco.
En
fin, duro tiene que ser el oficio de profesor de Historia.