domingo, 27 de septiembre de 2015

27 DE SEPTIEMBRE. DE 1975 A 2015.

Hoy, 27 de septiembre de 2015 se cumplen cuarenta años desde que se aplicara en España, por última vez, la pena de muerte.
Aquel día, 27 de septiembre de 1975 está presente en mi memoria como si fuera hoy. También recuerdo las reacciones y consecuencias, entre las que destaco el desprecio con que el último gobierno de Franco trató al papa de aquella época, Pablo VI, llegando hasta el insulto al que era Sumo Pontífice por parte de un régimen oficialmente católico como era aquel. Tal actitud se debía a los intentos que hasta última hora realizó el papa Montini para paralizar las ejecuciones.
Si hacemos un ejercicio mental consistente en retrotraernos cuarenta años atrás de 1975 podremos ver que entre el 27 de septiembre de 1935 y el 27 de septiembre de 1975 el número de personas ejecutadas en España ni siquiera se puede saber de manera cierta, incluidas las víctimas de la guerra civil en ambos bandos y la represión posterior a la guerra.

Si somos capaces de aislarnos del ruido que a veces nos hace perder la perspectiva veremos que estos últimos cuarenta años han sido los más pacíficos de la historia reciente de España.

jueves, 24 de septiembre de 2015

SOBRE EL PROCESO CATALÁN.


La guerra de Sucesión no fue una guerra de secesión. Se dirimió entre los partidarios de los Austrias y los que lo eran de los Borbones.
Fue una guerra a la vez europea y civil. Hubo catalanes en ambos bandos.
Cataluña nunca fue conquistada por España ( que me digan en qué batalla sucedió tal cosa ) sino que con otros pueblos contribuyó a su lenta formación
La guerra civil por excelencia ( 1936-1939 ) no fue entre Madrid y Barcelona, fue entre los nacionales y la República. Madrid, junto con Barcelona, se alineó con la República. Madrid plantó cara a las tropas de Franco en 1936 y se convirtió por mucho tiempo en símbolo del antifascismo.
La batalla del Ebro no fue una lucha entre España y Cataluña sino el más cruento de los enfrentamientos que tuvieron lugar en esa desdichada guerra entre los dos bandos que combatieron.
Todo lo anterior, que debe ser sabido por cualquier estudiante medianamente aplicado, es ignorado por muchos de los que participan en el actual proceso independentista. Como quiera que me consta que estas cosas las saben, no queda más que suponer que mienten.
Es legítimo desear ser independiente, al igual que es lícito defender cualquier modo de organización territorial siempre que no se recurra a la violencia y a la coacción. Cosa distinta es si además de legítimo es deseable ( yo creo que no).
Lo que no es legítimo es recurrir a la Historia, ya sea falseándola o incluso sin falsearla, pues la Historia puede ayudarnos a comprender qué fue lo que pasó pero de ahí nunca se puede sacar como conclusión qué es lo que debe pasar. Esto último constituye una falacia conocida desde los tiempos de Hume, la que consiste en dar el salto entre lo que es y lo que debe ser.

Si a lo anterior añadimos que lo que fue se cuenta mal, el resultado que se puede obtener coincide con el proceso mismo, básicamente una engañifa delirante de la que lo único que puede salir es confusión y decepción.

domingo, 20 de septiembre de 2015

EL BARÇA SIN LIGA.

El Barça no jugará en la Liga si Cataluña se declara independiente, según la vigente Ley del Deporte.
Parece que muchos, aficionados o no, están prestando atención a este caso.
A mí, lo que me llama la atención, y no es la primera vez que lo digo, es que nadie cae en la cuenta de que en una Cataluña independiente, tampoco podría jugar la liga el RCD Espanyol.
Curioso es en verdad el caso: todo el mundo pensando en qué liga jugaría el Barça y al Espanyol que le den por saco, a nadie le importa dónde jugaría.
Ser periquito debe de ser algo difícil. Es lo más parecido a la insignificancia como vocación.
Quizá la Cataluña independiente le daría algún sentido al Espanyol. Sería interesante verlo jugar en una liga catalana. Tan curioso como si en una España sin Cataluña jugara un equipo llamado RCD Catalán.
Bonito juego para los aficionados a las tribus.
A mí lo que me parece es que desde hace años estamos todos en tercera división y no veo la manera de ascender.

lunes, 7 de septiembre de 2015

ANTE UN NUEVO CURSO.

Comienza un nuevo curso. Es la vigésimo novena vez que inicio un año escolar.
El primer año, cuando impartía los cursos del COU mi diferencia de edad con respecto a los alumnos era de unos siete años aproximadamente. Por edad podría haber sido el hermano mayor. Poco a poco fueron transcurriendo años y cursos. Los alumnos siempre tenían la misma edad pero yo no. Un buen día, sin apenas advertirlo, me di cuenta de que ya no podría ser por edad el hermano mayor sino más bien el padre.
Así. poco a poco, ha ido transcurriendo el tiempo hasta llegar al día de hoy, en el que casi que podría ser el abuelo de más de uno.
Anímicamente también se fue operando en mí un cambio. Los primeros años me sentía inseguro. A base de experiencia y oficio me fui haciendo con la situación, procurando marcar mi territorio para afianzar mi autoridad, mostrándome más como padre severo que como "colega" de mis alumnos, una posición que siempre me he negado a asumir.
Sabido es que los abuelos consienten a sus nietos lo que nunca hubieran permitido a sus hijos. Yo también me he vuelto, con el tiempo, más condescendiente con algunos aspectos a los que antes daba mucha importancia y que hoy apenas suscitan mi atención.
Al principio, joven como era, los alumnos me trataban de usted. Hoy, que ya voy teniendo una edad respetable, me llaman de tú. Ello tiene que ver con un uso social que se ha impuesto en todos los ámbitos. No creo que me respeten por ello menos que antes, quizá lo mismo, es decir, más bien poco.
Al principio asistía al comienzo de un nuevo curso con nerviosismo pero también con ilusión. Ahora ya ha desaparecido el nerviosismo pero me temo que  quizá también la ilusión.
Tengo la sensación de que en los ámbitos dirigentes ya no se desea que haya profesores, que dicha figura resulta molesta. Me parece que se pretende si acaso hacer de nosotros instructores, o tal vez adiestradores.
Cuando era un joven profesor, mi opinión era escuchada, así como la de mis compañeros. Hoy día no es que no sea escuchada, es que ni siquiera hay ocasión de manifestarla.
En los centros escolares la convivencia no es mala pero tampoco buena porque hay poca vida en ellos. Se han convertido en la "fábrica", que era la manera en que Alfredo Di Stéfano solía referirse al campo de fútbol.
Siempre hubo normas en los centros, como no puede ser de otro modo tratándose de instituciones complejas, pero ellas eran la base de la organización y no el fin último y obsesivo de nuestras actividades. Eran lo que debe ser toda norma, un instrumento y no un fin.
Las plantillas estaban mejor dotadas y cuando venía un profesor nuevo era acogido con amabilidad. Hoy apenas prestamos atención a quien llega por primera vez, pues son muchos, cada año en un sitio distinto, de modo que sin darnos cuenta, se han creado dos tipos de profesores, los "nómadas" y los "sedentarios".
Cada gobierno lleva en su mochila una nueva ley de enseñanza que trata de aplicar amparándose en cada caso en informes de "expertos" que nadie sabe nunca quiénes son, pues a mi modo de ver experto es el que tiene experiencia de algo, y en el caso de la enseñanza no hay nadie que tenga experiencia salvo los profesores, que son quienes están en el aula, pero estos nunca son consultados. Sus quejas, en lugar de ser atendidas como las manifestaciones de alguien que sabe de lo que habla, son despreciadas precisamente por ello mismo, considerándose que manifiestan un punto de vista parcial. Se entiende, por tanto, que el punto de vista objetivo sólo lo puede proporcionar la sosegada racionalidad que se alcanza desde la tranquilidad de un despacho.
Los inspectores redactan unas directrices que denotan un claro desconocimiento no ya de la realidad de las aulas, sino del idioma castellano, pues están redactadas en una jerga que no resiste el menor análisis acerca del contenido de las mismas.
Esta es la situación que se nos plantea y a la que debemos responder.
Parece ser que Bismarck afirmaba que España era el país más fuerte de Europa pues llevaba siglos tratando de destruirse a sí misma sin conseguirlo. Si ello es cierto, su sistema educativo es sin duda uno de los pilares fundamentales de dicha fortaleza.

Debemos continuar, pese a todo, porque a pesar del desinterés general, tenemos la obligación de no abandonar.