La guerra de Sucesión no fue una
guerra de secesión. Se dirimió entre
los partidarios de los Austrias y los que lo eran de los Borbones.
Fue una guerra a la vez europea y
civil. Hubo catalanes en ambos bandos.
Cataluña nunca fue conquistada por
España ( que me digan en qué batalla sucedió tal cosa ) sino que con otros
pueblos contribuyó a su lenta formación
La guerra civil por excelencia (
1936-1939 ) no fue entre Madrid y Barcelona, fue entre los nacionales y la
República. Madrid, junto con Barcelona, se alineó con la República. Madrid plantó
cara a las tropas de Franco en 1936 y se convirtió por mucho tiempo en símbolo
del antifascismo.
La batalla del Ebro no fue una lucha
entre España y Cataluña sino el más cruento de los enfrentamientos que tuvieron
lugar en esa desdichada guerra entre los dos bandos que combatieron.
Todo lo anterior, que debe ser sabido
por cualquier estudiante medianamente aplicado, es ignorado por muchos de los
que participan en el actual proceso independentista. Como quiera que me consta
que estas cosas las saben, no queda más que suponer que mienten.
Es legítimo desear ser independiente,
al igual que es lícito defender cualquier modo de organización territorial
siempre que no se recurra a la violencia y a la coacción. Cosa distinta es si
además de legítimo es deseable ( yo creo que no).
Lo que no es legítimo es recurrir a
la Historia, ya sea falseándola o incluso sin falsearla, pues la Historia puede
ayudarnos a comprender qué fue lo que pasó pero de ahí nunca se puede sacar
como conclusión qué es lo que debe pasar. Esto último constituye una falacia
conocida desde los tiempos de Hume, la que consiste en dar el salto entre lo
que es y lo que debe ser.
Si a lo anterior añadimos que lo que
fue se cuenta mal, el resultado que se puede obtener coincide con el proceso
mismo, básicamente una engañifa delirante de la que lo único que puede salir es
confusión y decepción.
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