lunes, 3 de julio de 2017

CONTUNDENCIAS Y DEBILIDADES.


Me dan miedo las opiniones rotundas, no por falta de compromiso sino por sobra de dudas.
No soy tibio pero sí escéptico. Tengo tanta tendencia a ponerme en lugar de los demás que al final, de tanto intentar comprender las razones de los otros, acabo por no estar seguro de las mías propias.
Me atraen más las personalidades angustiadas y poco seguras que las cinceladas con rasgos diáfanos y bien trazados. Me inclino más a Erasmo que a Lutero, más a Cicerón que a Augusto.

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Erasmo de Rotterdam
Montaigne es el maestro con quien más me identifico.
La contundencia  que observo en algunas opiniones vertidas en las redes me resulta ajena. A veces me siento fuera de lugar.
No soy hombre de iglesia, ni de la oficial ni de las otras.
Más aprecio la esgrima que la lucha libre. El insulto, reprobable pero comprensible en una situación vital concreta, me parece que está de más en la red. Cuando se tiene tiempo para pensar, insultar es tanto como reconocer incapacidad para razonar.

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Michel de Montaigne.


Me parece que la crítica es efectiva cuando muestra injusticia, no cuando lo que muestra es desahogo personal de quien escribe.
Por último, incluso lo que acabo de afirmar sobre el poco aprecio a las verdades rotundas me parece demasiado rotundo.
La duda es mi medio natural.

No sé.

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