sábado, 9 de junio de 2018

AMARGURA INFANTIL Y JUVENIL.


El viejo profesor entra en el aula. Una niña de doce o trece años empieza a reírse de una forma extraña. Más que risas parecen gritos. El profesor espera, mientras se embarca en la difícil travesía de encontrar las notas finales en el nuevo e inservible programa informático para dar cuenta a sus alumnos de cuáles son sus calificaciones. Mientras, las risas de la alumna prosiguen, cada vez más intensas, claramente dirigidas a provocar en el profesor un enfado que justifique a su vez el poco aprecio de la alumna hacia él (inversión neurótica de la causalidad por la cual se busca una mala respuesta que justifique una mala actitud previa).
Finalmente, al cabo de los siete minutos que se necesitan en el nuevo programa para encontrar calificaciones, el viejo profesor cree llegado el caso de reconvenir a su joven alumna, que no discípula, en los siguientes términos:
¿Quieres hacer el favor de dejar de reírte de una manera tan absurda?, a lo que la joven responde: me río como me sale y como me da la gana.
El profesor responde a su vez que no le da la gana de que esta alumna permanezca en el aula ni un segundo más.
Hechas las oportunas gestiones, no volverá a asistir más a su clase.
Cuando la chica tenga setenta años a lo mejor cambia y se muestra más agradable.

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