El
hecho me llamó la atención el otro día, mientras paseaba por el parque. Un niño
de unos cuatro años prefería caminar por un sendero inclinado y peligroso antes
que por el más fácil y plano de la amplia acera. Su padre, sin duda preocupado
ante la eventualidad de un percance, en vez de conminarle a que no diera sus
inseguros pasos por un más que inseguro camino no hacía más que decir "yo
no lo haría".
Me
resultó curioso el tiempo verbal utilizado por el padre para dirigirse a su hijo. En vez del imperativo "no lo
hagas" empleaba el potencial "yo no lo haría". (No sé si se
siguen denominando así los verbos, en todo caso así me los enseñó mi maestro
Don Ricardo).
Sin
duda mis progenitores en una circunstancia parecida me habrían dicho "no
vayas por ahí" o algo similar.
El
padre del niño no quería dar una orden sino que con el empleo del potencial se
situaba en un terreno hipotético, algo así como si tratara de hacerle ver al
niño que lo que intentaba hacer no resultaba una buena opción.
Como
quiera que el niño no tuviera aún plena conciencia de los alcances del método
hipotético-deductivo siguió a lo suyo, como todos los niños, prefiriendo lo
aventurado del inclinado camino a lo seguro de la amplia acera.
Me
imagino que el padre, con su mejor intención, intentaba que el niño caminara
por la acera no por obediencia o temor, sino por razonamiento. El padre
preferiría que el niño atendiera a su hipotético consejo (yo no lo haría) antes
que a su categórica orden (no lo hagas).
Lo
malo de todo esto es que si bien el consejo fue hipotético, la hostia que se
pegó el niño fue categórica.