La
primera vez que hablé con Dayron, lo recuerdo perfectamente, fue para echarle
una bronca. Se iniciaba el curso y en mi presentación ante un grupo de Segundo de
la ESO acababa yo de señalar las líneas generales del comportamiento y de las
normas que me interesaba que se siguieran. Una de las cosas que dije fue que a
la hora de pasar lista los alumnos se limitaran a decir "Sí" si se
encontraban presentes y que no me dieran explicaciones de aquellos que no
estuvieran. Tras esto empecé a pasar lista. El primero que figuraba era Dayron
Álvarez. En vez de responder "sí" me soltó la siguiente retahíla: "aquí
estoy, preparado para aprender". Lo llamé a parte para recordarle, por si
no había quedado claro, cuál era la forma correcta de responder.
A lo
largo de los años, en distintos cursos, puede que le tuviera que llamar alguna
vez la atención, nunca por motivos graves, pues su comportamiento no era malo y
si de vez en cuando no observaba una conducta adecuada, se debía más a su
inquietud que a un deliberado empeño en molestar.
El
rostro, moreno, y los ojos, expresivos, le daban un aire risueño y jovial,
propicio a una risa que traducía más gana de vivir que deseo de burla. Era
difícil no querer a Dayron.
Poco
a poco su figura se fue identificando con la del patín con el que tantas
acrobacias era capaz de desplegar, de tal modo que parecía como si cuerpo y
patín formaran una sola unidad.
Corta
ha sido la vida de Dayron. Cuando lo conocí era todavía un niño. Se va siendo
un joven todavía lleno de energía. Lo recordaremos siempre así, sin envejecer,
sin perder las ilusiones, extraño privilegio este, el de permanecer siempre
jóvenes, que tienen quienes nos dejaron antes de tiempo.
Nuestro
amigo se ha anticipado a llegar al lugar del insondable misterio a que todos
estamos destinados. Seguro que en esas desconocidas sendas estará ya explorando
nuevas y audaces acrobacias.
En
lo poco que un profesor puede conocer a sus alumnos tengo la impresión de que
la felicidad que irradiaba del rostro de Dayron, la agilidad de su cuerpo, la
habilidad para desafiar esa gravedad que nos ata al suelo no hacían más que
expresar la vida en toda su alegría, esa alegría que transmiten quienes en el
fondo han vivido como han querido, que es lo mejor que se puede decir de
alguien.
¡Hasta
siempre, mi joven amigo!.
1 comentario:
Qué bonito. Siempre eterno. Dayron ❤️
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