miércoles, 29 de octubre de 2014

PEDIR PERDÓN.

Cuando alguien es pillado con las manos en la masa y pide perdón manifestando que está arrepentido, ¿ de qué pide perdón y de qué se arrepiente?
¿La petición de perdón y la manifestación de arrepentimiento lo es acerca de lo que ha hecho o es más bien un lamento por no haber tenido la habilidad de realizar sus fechorías sin que fuera descubierto?
Cuando alguien dice “lo siento”, ¿qué es lo que siente, lo que hizo o más bien siente haber sido descubierto?
Me temo que, en más ocasiones de las convenientes, el lenguaje del arrepentimiento oculta tras un barniz de tribulación ética un fastidio de tipo “ técnico”, el reconocimiento de que no se ha sido lo suficientemente hábil.
Más de uno no se lamenta de su maldad sino de su torpeza.


viernes, 24 de octubre de 2014

RAJOY.

Estoy dándole vueltas a la idea de que quizá Rajoy sea un genio de la política. Franco echaba a sus ministros mediante el motorista que les comunicaba su cese. Stalin hacía que sus colaboradores desaparecieran de las fotos y de paso de la existencia. De hecho, el tío José fue el inventor del fotoshop.
Don Mariano no mueve un dedo, no se inmuta, como Don Tancredo. Nada dice, nada propone, pero va dejando en la cuneta a todo aquel que pudiera tener peso y hacerle sombra. Han desaparecido personas influyentes como Francisco Álvarez Cascos, Jaime Mayor Oreja, Ruiz Gallardón y ahora Rodrigo Rato. A Aznar lo ha reducido a oráculo y guardián de las esencias, siempre enfadado, figura prestigiosa a la que nadie hace caso en el fondo.
Artur Mas puede ser la siguiente víctima.
La táctica es siempre la misma: esperar a que sus rivales se cuezan en su propia salsa. Nunca va a por el partido sino que se agazapa atrás a esperar el error, que se acaba produciendo.
No es un hombre muy culto. Tampoco creo que sea un portento de inteligencia, pero es astuto, ha hecho del no decir nada un arte.
¡ Cuidado con los hombres aparentemente poco importantes!

Puede estar años. 

miércoles, 1 de octubre de 2014

EL HIJO DEL CONSTANTINO.



No sé muy bien quién era y a qué se dedicaba “el Constantino”. Sólo sé que era un señor al que mi padre tenía que visitar por motivos de trabajo de vez en cuando.
Lo que sí ha quedado grabado en mi memoria es el peculiar sentido del juego que tenía el hijo de este señor. Según contaba mi padre, el niño en cuestión tenía como diversión  y pasatiempo la costumbre de lanzar una piedra al aire para acto seguido intentar rematarla de cabeza. Cuando al fin triunfaba y lograba conectar un certero testarazo su gesto no era el de gozo y satisfacción de los grandes cabeceadores, ya sea al modo de Zarra y la furia española o al más moderno y ágil de Santillana sino el natural de llanto intenso debido al daño autoinfligido.
Si ya la peculiar hazaña del hijo del Constantino resulta notable y digna de atención, lo más llamativo era que, en su caso, tras la recuperación del daño físico volvía a insistir en la misma táctica de juego, lanzando la piedra al aire una segunda e incluso una tercera vez.
Constantino, el padre, se lamentaba ante el pertinaz comportamiento de su hijo y con desesperación pero a su vez con indudable lucidez exclamaba : “¡este hijo mío es tonto!”.
El padre, en su turbación era incapaz de apreciar la evolución que el ser humano experimentaba en su hijo, pues de ser un animal que tropezaba dos veces en la misma piedra había pasado a ser un animal que remataba dos, tres o las veces que fueran necesarias un pedrusco, sin que le bastara la primera experiencia.
Me temo que en algunos de nuestros comportamientos y actitudes no estamos muy lejos del hijo del Constantino.

( 1934-2014. Clave para iniciados ).