sábado, 10 de octubre de 2015

HABLANDO SOLO.

Cada año quedan en los institutos menos profesores que fumen. Todo el mundo se ha convertido a hábitos más saludables.
Desde que hace ya algunos años se nos expulsó a las tinieblas exteriores gracias a la acción de las personas serias, los recreos se convirtieron en ocasión para que los viciosos nos reuniéramos en el exterior. Como la mayoría de los viciosos solíamos llevarnos bien, quizá por la solidaridad engendrada al compartir la misma debilidad, ese momento de descanso era agradable y apacible.
Sucesivos cambios de destino hacían que cada vez fuéramos menos, pues los profesores jóvenes, saludables, con idiomas varios y sobradamente preparados, no fumaban.
Bien es verdad que esporádicamente aparecía algún fumador cuya presencia y conversación no me resultaban gratos y que me llevaba a decir entre dientes: ¿ este por qué no dejará el tabaco y de paso me deja en paz? pero siempre era la excepción.
Ya no queda nadie. Sólo quedo yo. Ahí estoy, en los recreos, solo, sin nadie con quien hablar, y consolándome con los versos de Machado: "quien habla solo espera hablar a Dios un día".
Tal vez al final ni siquiera quede yo porque mi hábito me lleve a hablar con Dios antes de tiempo.
Con todo, ocasión tengo de recordar no sólo a Machado sino a Jorge Manrique:
"Cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado

fue mejor."

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