Leo una información según la cual las
autoridades sanitarias de York han decidido discriminar negativamente a los
pacientes que sean obesos o que sean fumadores.
De estas dos características
participo de la segunda pero no de la primera. Ciertamente no soy obeso aunque
sí adicto a la nicotina.
Con todo, creo que los dos casos
tienen su defensa. Mi ya conocida teoría de los gordos y flacos sostiene que
los gordos viven más, por cuanto ocupan más centímetros cúbicos con su cuerpo
que los flacos y por tanto, llenan más vida con su cuerpo que estos últimos, si
no a lo largo sí a lo ancho. Dado que el espacio es tan digno de consideración
como el tiempo, se puede afirmar que lejos de ser un daño para la vida, los
gordos la llenan más y de un forma más plena, pues la poseen de forma
instantánea más que sucesiva. Por ello
gran injusticia me parece su discriminación por parte de las autoridades
sanitarias de York.
En cuanto a los fumadores, tampoco
deben ser recriminados dado que con su hábito van a vivir menos y por tanto no
van a cargar al estado con el peso del exceso de población de las clases
pasivas.
Si, de acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional, es un problema económico grave la prolongación de la esperanza de
vida y el aumento de la carga económica que conlleva, los que fumamos
contribuimos a aligerar tal carga y somos por ello merecedores de elogio más
que de reproche.
Por todo lo anterior, considero que
las autoridades sanitarias de York no han sido sagaces y han incurrido en una
evidente falta de visión a largo plazo.
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