sábado, 5 de noviembre de 2016

LA GIMNASIA Y LA MÚSICA.

Tiene razón mi amigo Fernando Sanz Moreno cuando habla de lo mucho que ha cambiado, para bien, la asignatura de Educación Física tal como se concibe hoy en comparación con lo que por ello se entendía en los años 70.
Entonces todo se reducía a ponerse en una fila para saltar ya fuera el potro o cualquier otro instrumento de tortura. Nadie te explicaba cómo se hacía pero como siempre había algún imbécil que lo hacía bien, desde ese momento los demás no teníamos excusa pues había quedado demostrado que se podía hacer.
En el Instituto de San Isidro nos reunían a dos grupos a la hora que tocaba lo que todos llamábamos gimnasia. Para simplificar, pues no puedo recordar tras tantos años la letra de los grupos, vamos a llamarlos grupo A y grupo B. Si fallaba algún miembro del A se descojonaban los del B. Si fallaba alguno del B se descojonaban los del A. Si era yo el que fallaba se descojonaban tanto los del A como los del B. Fue en aquel momento cuando descubrí en mí la capacidad de generar consensos que luego han solido reconocerme.
Mi poca habilidad con el potro se veía compensada con creces si de correr se trataba, pues, ligerito de cuerpo como era, ahí podía cobrar ventaja dejando atrás a más de uno de los que habían participado en la algazara general ante mi mal desempeño con el potro.
Aquella asignatura no estaba dignificada. Los compañeros de Educación Física lucharon para que su asignatura se diera en las debidas condiciones.
Hoy a nadie se le ocurriría que alguien de francés o de filosofía o de historia impartiera la Educación Física.
Hay asignaturas en las que esta dignificación no se ha dado. Año tras año se entrega la asignatura de Música a personas que no distinguen una corchea de una redonda y, por supuesto, los encargados de otorgar la plaza puede que piensen que la garrapatea es un apellido vasco. Nadie daría la asignatura de dibujo a un especialista en literatura pero en España la música merece el mayor de los desprecios.
Así nos va: enemigos de la música y amigos del ruido y, sobre todo, sordos para la música y me temo que para la argumentación.


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