Hace
años, siendo yo estudiante de Bachillerato, acudí a una charla que mi profesor
de matemáticas iba a dar acerca de cómo iba a ser el siguiente curso. El
enunciado de la charla rezaba "cómo será el tercero de Bup", tema
apasionante donde los haya. No recuerdo dónde fue la charla pero lo que sí
recuerdo es que la misma se desarrollaba en un hotelito bastante coqueto. Nos
recibieron en una sala amplia donde un joven se encargaba de darnos la
bienvenida y de romper el hielo.
El
estilo falsamente juvenil de nuestro interlocutor y su impostada seguridad me
produjeron desde el primer momento una sensación de malestar y rechazo.
Nos
dijo el mozo que era fiscal. Era Federico Trillo. Me lo volví a encontrar años
después, ya con más fama y más kilos, en una casa de comidas no muy cara pero
de gran calidad próxima al Congreso, cuando nuestro hombre ejercía como
presidente del Congreso de los Diputados.
Años
después volvía a coincidir con la regordeta estampa del prócer en la librería
Crisol, ya desaparecida.
Voy
a abstenerme de formular ningún juicio negativo acerca del conquistador de
Perejil, no sea que le de un infarto y yo me sienta culpable de sus zozobras.
Descanse
en paz en su vida política y en la otra, tiempo tendrá de poner sus
pensamientos en orden con Dios, dado que oficialmente tiene mejores relaciones
con el Sumo Hacedor que las que yo pueda nunca lograr y, si no miente, habla
más con Él que yo, que hace muchos años que no le hablo.
¡
Manda huevos!
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