En
primer lugar mi deber es agradecer al Director una vez más la confianza
mostrada al permitir que os dirija estas palabras, aunque después de tantos
años quizá sería más apropiado hablar de paciencia que de confianza, o puede
que incluso de benevolencia, pues sabedor el director de la poca atención con
que los alumnos suelen recibir mis palabras me otorga una oportunidad para que
sea oído con más atención, no por el interés de lo que yo pueda decir sino por
la solemnidad de la ocasión en que mis palabras van a ser pronunciadas.
A lo
largo de estos años habéis tenido sobrada oportunidad de observar nuestras
costumbres y modos de hacer. Puede que hayáis escuchado a Mamen ponderar las
bellezas y encantos de Bolaños, dichas con tal pasión que pareciera que dicha
localidad estuviera a la par de capitales europeas como París, Londres o Viena.
Quizá
habéis escuchado de José Ángel alguna vez la expresión "hablando en
plata" y puede que si en algún momento le habéis manifestado
disconformidad con alguna decisión os haya respondido con su lacónico "es
lo que hay".
Pablo
os habrá llenado la pizarra, dando prueba de su prodigiosa memoria, con nombres
de estadistas y fechas de acontecimientos, ya se trate de personajes muy
conocidos como Lenin y Stalin o menos conocidos como Voroshilov; muy
significados en la Historia de España como Cánovas y Sagasta o menos estudiados
como Ruiz Zorrilla o Polavieja.
El
mismo Pablo os habrá llevado alguna vez de excursión para explicaros, a paso de
carga, el Madrid de los Austrias o el de los Borbones, fatigando con su veloz
marcha a su público más joven, desmintiendo con su agilidad y presteza lo
rotundo y contundente de su anatomía.
Alfredo,
también profesor de Historia, puede que os haya hecho victima de su manía de
preguntar, en vez de cuestiones claras y que todo el mundo encuentra en el
libro, preguntas rebuscadas y dificilísimas de encontrar como la Segunda
República o la Dictadura de Primo de Rivera....
Algunos
habréis tenido en Tecnología a Raúl, el hombre de la calma, calma natural y no
estudiada la suya, tan distinta de la mía, calma autoimpuesta en mi caso y no
siempre lograda con la que he intentado luchar, no siempre con éxito, contra
los inconvenientes de un temperamento volcánico que en más de una ocasión me ha
causado disgustos en sus erupciones.
Asignaturas
no cursadas en Segundo de Bachillerato pero muy presentes en cursos anteriores,
como Educación Física, os habrán permitido apreciar la tranquila energía de
Marta, desarrollando con sobriedad y sin ningún afán de adorno y lucimiento su
labor, transmitiendo con ello no sólo el contenido de su asignatura sino el
valor de lo esencial y auténtico.
Cómo
olvidar al viejo Luis, ya jubilado, con esa forma tan peculiar de dirigirse a
los alumnos, que en él era natural y eficaz y en cualquiera de nosotros
causaría estupor.
En
lo que a mí respecta, en estos años algunos habéis tenido sobrada oportunidad
de observar mi manera de hacer. De mí se han dicho cosas que no responden a la
verdad: se ha llegado a afirmar que tengo mala letra e incluso se ha llegado a sostener
que no sé borrar la pizarra, insidias todas ellas que no tienen fundamento. Mi
letra no es mala, es diferente. Si la pizarra no se borra se debe al natural
desgaste del material. También se me han achacado actuaciones que no responden
a los hechos sino que constituyen auténticas leyendas, como la de los golpes en
la pizarra con el borrador. Falsedades todas ellas que responden sin duda a la
malquerencia de algún enemigo. Puede que se me haya dicho de todo menos payaso
aunque, quién sabe. Si alguien me lo ha dicho, yo no me acuerdo.
Seis
años han pasado desde que ingresarais en nuestro centro para iniciar los
estudios de Secundaria. Vuestra llegada coincidió con un año difícil para la
comunidad educativa, en lo más agudo de la crisis económica y con protestas
entre las que no faltó una huelga. Ante un conflicto como aquel, los profesores
que entonces formábamos parte del claustro tomamos posición, cada uno según su
manera de entender qué era lo correcto. Yo personalmente secundé las protestas.
Otros compañeros juzgaron más acertado no secundarlas. En todo caso, fuera cual
fuese la postura de cada cual, todos actuamos de acuerdo con lo que en
conciencia juzgábamos ser lo mejor. Fue quizá una primera lección no deseada
pero sí útil para vosotros de lo que es una sociedad libre y plural, con
desavenencias que no deben nunca impedir la convivencia entre quienes pensamos
cosas distintas
El primer año no os di clase aunque ocasionalmente
os fui conociendo al tener que encargarme de alguna guardia. Fue en Segundo de
la ESO cuando ya a alguno de vosotros os di clase. He de confesar que no
recuerdo el nombre de la asignatura, pues la eterna maldición española que hace
imposible todo acuerdo entre las distintas fuerzas políticas, cada una con su
plan de educación, hace posible que ahora mismo no sepa con exactitud si lo que
yo impartía era Ética, Valores, Ciudadanía o vete a saber qué. Sea de ello lo
que fuere, el hecho es que entonces empecé a conoceros a la mayoría de
vosotros. Tuve más de un grupo en Segundo de la ESO: los alumnos de la sección,
que en un principio me recibieron con cariño dado que yo iba a impartir mi
materia en español y les apetecía descansar por un momento de su inmersión en
el inglés. Era el grupo de la sección poco numeroso, siendo los chicos
pequeñitos de estatura con la excepción de uno casi tan alto entonces como lo
es ahora y que parecía el padre de todos ellos. Otro grupo me presentó en aquel
momento más dificultades. Era un poco más numeroso y en él había que emplearse
a fondo si se quería salir con bien. Aquí me empecé a encontrar incluso una
versión en carne y hueso de Zipi y Zape, que en segundo iniciaron su
trayectoria de travesuras conmigo, en cuarto de la ESO las perfeccionaron e
incluso en Primero de Bachillerato se hicieron acreedores a más de una
reprimenda por mi parte.
Puede
que estas dos encarnaciones del clásico del comic hayan sido de los alumnos más
reprendidos por mi parte, pero desde luego no han sido nunca odiados y pese a
todo han sido apreciados por mí pues sus travesuras más se debían a fuerza
juvenil y alegría de vivir que a falta de respeto, defecto en el que nunca
incurrieron. Confío en que pese a todo, ellos tampoco hayan incubado
sentimientos de odio o rencor hacia mi persona.
En
algunos casos os conocéis desde pequeños. Algunos desde su nacimiento, pues
también tenemos mellizos. Hay bonitas amistades que permanecen desde hace
muchos años, como la de Alvarito y Víctor, la de Miguel y Nacho y tantas otras.
También han surgido noviazgos, pero estos no los quiero glosar, pues el amor,
que es para siempre, a veces se acaba antes que la amistad, que no se presenta
con ese carácter de eternidad.
No
ha sido fácil mi trabajo con vosotros en ocasiones. No es hoy día de señalar culpas pero esa dificultad que
a veces he tenido con esta promoción ha llevado a que me haya tenido que
esforzar más y sin pretenderlo haya sido capaz de ir apreciando mejor vuestras
cualidades.
Ha
habido momentos en que ha prevalecido un buen entendimiento y otros en que, por
el contrario, hemos tenido disputas y desencuentros. No quiere ello decir que
nuestra relación haya sido mala pero sí ha sido viva y a veces demasiado
intensa. No voy a realizar una apología del enfrentamiento pero en los
desencuentros que haya podido haber se muestra que la convivencia, siempre
difícil, ha sido viva y no indiferente.
En
mi labor he intentado transmitir una idea: no es lo mismo ser mejores que ser
los mejores.
En
la medida, poca o mucha, en que he sido capaz, he intentado siempre que seáis
mejores, no que seáis los mejores. Yo también he intentado ser cada día mejor,
no ser el mejor, aunque sólo sea porque sé de sobra que no lo soy . Para mí más
importante es saber que competir.
Estas
consideraciones y esta mi manera de ser no me llevan a olvidar en qué mundo
vivimos y cómo en él es necesario competir con otros, por lo tanto, no me he
olvidado nunca de la necesidad de que los alumnos sean capaces de actuar con
eficacia, pero en ello no he visto nunca un valor o un modelo y sí más bien una
necesidad que no se puede soslayar. A veces hay que intentar ser el mejor
porque así está planteada la cuestión, pero esa necesidad responde a la
obligación de aceptar el campo de batalla con que la vida se nos muestra, no a
la aspiración a un modelo de vida.
La necesidad nos lleva a intentar ser los
mejores pero el estilo se muestra
cuando uno intenta simplemente ser mejor.
El
mejor sólo se define en relación con otro que es peor. Ser mejor , en cambio,
tiene que ver con nosotros mismos y con los demás en la medida en que los otros
puedan ser mejores si nosotros lo somos. Es la diferencia entre la competencia y la colaboración. La competencia se nos impone, no podemos eludirla y
tenemos que estar preparados para hacerle frente pero la colaboración nos hace
abiertos a la generosidad, a dar más que a conquistar.
Otro
empeño que siempre he perseguido es el de que no separéis el estudiar del
entender, dividiendo las materias entre aquellas que han de ser estudiadas y
aquellas otras que han de ser entendidas, dedicando la mayor parte de vuestros
esfuerzos a las segundas y tendiendo a menospreciar las primeras pues poco
aprecio se puede sentir cuando se piensa que algo tiene que ser estudiado sin
ser entendido. El peligro de esta manera de abordar el estudio radica en que
uno se esfuerce más por saberse las cosas que por saber de las mismas.
No
es lo mismo decir de algo "me lo sé" que decir "esto lo
sé". Lo que simplemente "me sé" permanecerá en mi espíritu el
tiempo mínimo para ser capaz de rendir un examen y luego irá desapareciendo sin
dejar ningún poso. Cuando algo lo sé, con el tiempo se me borrarán los detalles
pero permanecerá lo más importante, que es la comprensión. Si no comprendemos,
no sabremos, aunque seamos capaces de obtener una buena nota. Mi manera de
entender las cosas hace que le dé más valor al hecho de que alguien sepa y en
consecuencia obtenga una buena nota a que alguien busque como primer objetivo
la nota y en consecuencia estudie para obtenerla. Quien sólo haga esto último
nunca disfrutará realmente de los placeres que el verdadero estudio otorga.
De
ahora en adelante vuestra andadura será muy distinta. El paso de los estudios
medios a los superiores coincide con el tránsito de la adolescencia a la
primera juventud, pasáis de estudiar como obligación no discutida a estudiar
dirigidos hacia una meta claramente profesional.
Vuestros
estudios se van a centrar más en vuestros intereses más inmediatos. Muchos de
los conocimientos que nosotros os hemos transmitidos los iréis olvidando. ¿ Qué
quedará?
A
veces oigo reproches de alumnos que protestan porque tienen que estudiar
materias que no se corresponden con lo que piensan que va a ser su profesión.
Es cierto que la escuela no puede darse por satisfecha con enseñar cosas
inútiles, pero en la enseñanza media sería un error encauzar ya los estudios
hacia una especialización prematura. Poco a poco uno se va decantando hacia
aquellos estudios que más tienen que ver con sus gustos e inquietudes, pero un
buen estudiante no debe limitar su atención exclusivamente hacia lo que piensa
que va a tener una aplicación inmediata. La escuela no debe ser inútil pero
tampoco puede limitar su función a ser una academia de adiestramiento.
Una persona que sólo sabe de lo suyo, en el
fondo acaba no sabiendo ni siquiera de lo suyo, pues el conocimiento está
relacionado. Uno no debe limitarse al estrecho campo de su especialidad.
Lo
mismo que afirmo del conocimiento lo afirmo de las creencias más íntimas. Más
de una vez, cuando en mis clases he creído oportuno hacer alguna referencia a
personajes como Moisés, San Pablo o el propio Cristo, me he encontrado con la
objeción de personas que me decían que no sabían nada de tales personajes y que
no les interesaba dado que ellos no eran creyentes. Yo solía responder en estos
casos que una cosa es hablar de las convicciones y otra de un mínimo
conocimiento cultural, pero notaba que mi respuesta no resultaba satisfactoria
y decidía dar una respuesta más gráfica e intuitiva: les decía que cuando yo
hacía alguna referencia a Zeus , no se debía por ello extraer la conclusión de
que yo fuera politeísta.
La
religión corresponde al ámbito más íntimo de la conciencia pero un conocimiento
de lo que es nuestra cultura no se puede alcanzar sin entender la importancia
que la religión, como factor cultural, ha tenido en la conformación de la
misma. La cultura occidental no se entendería en plenitud si no tuviésemos un
conocimiento aceptable de las aportaciones del cristianismo, el Islam o el
judaísmo. Sin este bagaje cultural seremos incapaces de apreciar los secretos
de muchos cuadros, esculturas, construcciones arquitectónicas, obras literarias
y musicales, y nuestro mundo será más
pobre.
El
acto de hoy es una celebración y por tanto un acontecimiento lleno de alegría.
Es también una despedida y como tal, cierta tristeza no deja de estar presente.
Seis años son muchos para bien y para mal. Quizá en el primer o segundo año
tras vuestra salida alguien vendrá a visitarnos pero poco a poco iremos
perdiendo el contacto, cada uno instado por sus propias urgencias. Así es,
quizá así debe ser, es lo que hay, como diría una vez más José Ángel.
Nosotros,
los profesores, somos personas que durante unos años estamos muy próximos a
otras personas, nuestros alumnos, que al final desaparecen, se esfuman.
Esperemos que algo de nosotros, lo mejor que cada uno de nosotros tenga, quede
en vosotros así como algo de vosotros, lo mejor, pase a formar parte de nuestro
fondo.
Habrá,
ahora que tenéis ya una visión más completa de lo que estos seis años han
significado, muchos aspectos del centro que no os hayan resultado satisfactorios,
pero eso es algo normal. Uno siempre espera más de las cosas. También, de
muchos de nosotros tendréis sin duda que formular críticas. Cometemos errores,
como es propio de la humana condición.
En
lo que a mí se refiere, dado que os he impartido materias muy diversas, muchas
deficiencias me podríais señalar, sin duda.
Estoy
convencido de que mis compañeros han intentado dar lo mejor de sí mismos en su
quehacer. Yo, como os digo siempre, también he intentado dar lo mejor de mí, a
veces con más fortuna, a veces con menos.
Si,
en adelante, alguna vez sentís deseo de visitarnos, seréis recibidos por
nosotros con gusto. Puede que no encontréis a algún profesor que deseéis
visitar, porque no se encuentre en ese momento disponible. Si alguien quiere
visitarme a mí, será fácil encontrarme en la hora del recreo, a la puerta del
Centro, haciéndome daño a mí mismo con mis pocos saludables hábitos pero
encantado de saludaros y enterarme de vuestros progresos.
¡
Larga vida a la promoción 2017!
¡Hasta
siempre!