domingo, 28 de mayo de 2017

PEDRO SÁNCHEZ, ¿ DE ELBA A SANTA ELENA?

Hay acontecimientos de la Historia que, prescindiendo de su sentido más profundo, me producen hilaridad. Uno de ellos es el del orondo rey Luis XVIII de Francia, saliendo por una puerta de las Tullerías cuando Napoleón, escapado de la isla de Elba, prácticamente entraba por la otra. Me imagino la cara de sorpresa y estupefacción de más de un consejero del rey cuando vio aparecer por el horizonte el capote gris del corso al que ya daban por sepultado.
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Luis XVIII
El pasado domingo algo parecido ocurrió en la celebración de las primarias de los socialistas cuando Pedro Sánchez, dado por muerto por toda la caterva de viejas glorias, encabezadas por Felipe González, Guerra, Zapatero, Ribalcaba y tantos más, se impuso a Susana Díaz. El mal perder de la sevillana sólo era comparable al silencio de las viejas glorias, inspiradas por un abuelo cebolleta que quizá debiera plantearse dejar su carnet y de paso dejar de dar la brasa con sus consejos de experto que cada vez me recuerdan más a las experiencias que en mi infancia nos contaba el capitán Tan, con sus viajes a lo largo y ancho de este mundo.
El impacto que Pedro Sánchez dejará en la historia no es comparable con el de Napoleón ( la historia se presenta dos veces, como tragedia y como farsa, que dijo Marx). Su levedad también tiene su lado positivo pues tampoco cometerá los crímenes que le petit caporal fomentó.
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Napoleón despidiéndose de la Vieja Guardia.
No aprecio de momento grandes cualidades en Sánchez. Me parece leve, poco firme, de pocas ideas y demasiadas ocurrencias. Con todo, reír, me he reído con su victoria. Fueran cuales fueran sus equivocaciones, la forma de echarlo me pareció de lo más feo que he visto nunca. Parecía que estaban persiguiendo a un delincuente. Sólo faltó que le enviaran una pareja de la Guardia Civil para detenerlo.
Puede que sea insustancial, pero la otra era un bicho, que siempre es peor.
Con todo, bueno sería que el viejo partido encontrara una salida digna, pues de lo contrario, desde la otra acera, Don Tancredo puede estar años fumándose su puro sin inmutarse.
Veremos qué pasa. Yo apuesto a que Rajoy va a estar 15 años como mínimo.
Tampoco me extrañaría que. tras su regreso de Elba, el guapo acabara en Santa Elena. Seguro que alguien está ya pensando en ello.





sábado, 20 de mayo de 2017

DISCURSO DE GRADUACIÓN 2017.

En primer lugar mi deber es agradecer al Director una vez más la confianza mostrada al permitir que os dirija estas palabras, aunque después de tantos años quizá sería más apropiado hablar de paciencia que de confianza, o puede que incluso de benevolencia, pues sabedor el director de la poca atención con que los alumnos suelen recibir mis palabras me otorga una oportunidad para que sea oído con más atención, no por el interés de lo que yo pueda decir sino por la solemnidad de la ocasión en que mis palabras van a ser pronunciadas.
A lo largo de estos años habéis tenido sobrada oportunidad de observar nuestras costumbres y modos de hacer. Puede que hayáis escuchado a Mamen ponderar las bellezas y encantos de Bolaños, dichas con tal pasión que pareciera que dicha localidad estuviera a la par de capitales europeas como París, Londres o Viena.
Quizá habéis escuchado de José Ángel alguna vez la expresión "hablando en plata" y puede que si en algún momento le habéis manifestado disconformidad con alguna decisión os haya respondido con su lacónico "es lo que hay".
Pablo os habrá llenado la pizarra, dando prueba de su prodigiosa memoria, con nombres de estadistas y fechas de acontecimientos, ya se trate de personajes muy conocidos como Lenin y Stalin o menos conocidos como Voroshilov; muy significados en la Historia de España como Cánovas y Sagasta o menos estudiados como Ruiz Zorrilla o Polavieja.

El mismo Pablo os habrá llevado alguna vez de excursión para explicaros, a paso de carga, el Madrid de los Austrias o el de los Borbones, fatigando con su veloz marcha a su público más joven, desmintiendo con su agilidad y presteza lo rotundo y contundente de su anatomía.
Alfredo, también profesor de Historia, puede que os haya hecho victima de su manía de preguntar, en vez de cuestiones claras y que todo el mundo encuentra en el libro, preguntas rebuscadas y dificilísimas de encontrar como la Segunda República o la Dictadura de Primo de Rivera....
Algunos habréis tenido en Tecnología a Raúl, el hombre de la calma, calma natural y no estudiada la suya, tan distinta de la mía, calma autoimpuesta en mi caso y no siempre lograda con la que he intentado luchar, no siempre con éxito, contra los inconvenientes de un temperamento volcánico que en más de una ocasión me ha causado disgustos en sus erupciones.
Asignaturas no cursadas en Segundo de Bachillerato pero muy presentes en cursos anteriores, como Educación Física, os habrán permitido apreciar la tranquila energía de Marta, desarrollando con sobriedad y sin ningún afán de adorno y lucimiento su labor, transmitiendo con ello no sólo el contenido de su asignatura sino el valor de lo esencial y auténtico.
Cómo olvidar al viejo Luis, ya jubilado, con esa forma tan peculiar de dirigirse a los alumnos, que en él era natural y eficaz y en cualquiera de nosotros causaría estupor.
En lo que a mí respecta, en estos años algunos habéis tenido sobrada oportunidad de observar mi manera de hacer. De mí se han dicho cosas que no responden a la verdad: se ha llegado a afirmar que tengo mala letra e incluso se ha llegado a sostener que no sé borrar la pizarra, insidias todas ellas que no tienen fundamento. Mi letra no es mala, es diferente. Si la pizarra no se borra se debe al natural desgaste del material. También se me han achacado actuaciones que no responden a los hechos sino que constituyen auténticas leyendas, como la de los golpes en la pizarra con el borrador. Falsedades todas ellas que responden sin duda a la malquerencia de algún enemigo. Puede que se me haya dicho de todo menos payaso aunque, quién sabe. Si alguien me lo ha dicho, yo no me acuerdo.

Seis años han pasado desde que ingresarais en nuestro centro para iniciar los estudios de Secundaria. Vuestra llegada coincidió con un año difícil para la comunidad educativa, en lo más agudo de la crisis económica y con protestas entre las que no faltó una huelga. Ante un conflicto como aquel, los profesores que entonces formábamos parte del claustro tomamos posición, cada uno según su manera de entender qué era lo correcto. Yo personalmente secundé las protestas. Otros compañeros juzgaron más acertado no secundarlas. En todo caso, fuera cual fuese la postura de cada cual, todos actuamos de acuerdo con lo que en conciencia juzgábamos ser lo mejor. Fue quizá una primera lección no deseada pero sí útil para vosotros de lo que es una sociedad libre y plural, con desavenencias que no deben nunca impedir la convivencia entre quienes pensamos cosas distintas
 El primer año no os di clase aunque ocasionalmente os fui conociendo al tener que encargarme de alguna guardia. Fue en Segundo de la ESO cuando ya a alguno de vosotros os di clase. He de confesar que no recuerdo el nombre de la asignatura, pues la eterna maldición española que hace imposible todo acuerdo entre las distintas fuerzas políticas, cada una con su plan de educación, hace posible que ahora mismo no sepa con exactitud si lo que yo impartía era Ética, Valores, Ciudadanía o vete a saber qué. Sea de ello lo que fuere, el hecho es que entonces empecé a conoceros a la mayoría de vosotros. Tuve más de un grupo en Segundo de la ESO: los alumnos de la sección, que en un principio me recibieron con cariño dado que yo iba a impartir mi materia en español y les apetecía descansar por un momento de su inmersión en el inglés. Era el grupo de la sección poco numeroso, siendo los chicos pequeñitos de estatura con la excepción de uno casi tan alto entonces como lo es ahora y que parecía el padre de todos ellos. Otro grupo me presentó en aquel momento más dificultades. Era un poco más numeroso y en él había que emplearse a fondo si se quería salir con bien. Aquí me empecé a encontrar incluso una versión en carne y hueso de Zipi y Zape, que en segundo iniciaron su trayectoria de travesuras conmigo, en cuarto de la ESO las perfeccionaron e incluso en Primero de Bachillerato se hicieron acreedores a más de una reprimenda por mi parte.
Puede que estas dos encarnaciones del clásico del comic hayan sido de los alumnos más reprendidos por mi parte, pero desde luego no han sido nunca odiados y pese a todo han sido apreciados por mí pues sus travesuras más se debían a fuerza juvenil y alegría de vivir que a falta de respeto, defecto en el que nunca incurrieron. Confío en que pese a todo, ellos tampoco hayan incubado sentimientos de odio o rencor hacia mi persona.
En algunos casos os conocéis desde pequeños. Algunos desde su nacimiento, pues también tenemos mellizos. Hay bonitas amistades que permanecen desde hace muchos años, como la de Alvarito y Víctor, la de Miguel y Nacho y tantas otras. También han surgido noviazgos, pero estos no los quiero glosar, pues el amor, que es para siempre, a veces se acaba antes que la amistad, que no se presenta con ese carácter de eternidad.
No ha sido fácil mi trabajo con vosotros en ocasiones. No es hoy  día de señalar culpas pero esa dificultad que a veces he tenido con esta promoción ha llevado a que me haya tenido que esforzar más y sin pretenderlo haya sido capaz de ir apreciando mejor vuestras cualidades.
Ha habido momentos en que ha prevalecido un buen entendimiento y otros en que, por el contrario, hemos tenido disputas y desencuentros. No quiere ello decir que nuestra relación haya sido mala pero sí ha sido viva y a veces demasiado intensa. No voy a realizar una apología del enfrentamiento pero en los desencuentros que haya podido haber se muestra que la convivencia, siempre difícil, ha sido viva y no indiferente.
En mi labor he intentado transmitir una idea: no es lo mismo ser mejores que ser los mejores.
En la medida, poca o mucha, en que he sido capaz, he intentado siempre que seáis mejores, no que seáis los mejores. Yo también he intentado ser cada día mejor, no ser el mejor, aunque sólo sea porque sé de sobra que no lo soy . Para mí más importante es saber que competir.
Estas consideraciones y esta mi manera de ser no me llevan a olvidar en qué mundo vivimos y cómo en él es necesario competir con otros, por lo tanto, no me he olvidado nunca de la necesidad de que los alumnos sean capaces de actuar con eficacia, pero en ello no he visto nunca un valor o un modelo y sí más bien una necesidad que no se puede soslayar. A veces hay que intentar ser el mejor porque así está planteada la cuestión, pero esa necesidad responde a la obligación de aceptar el campo de batalla con que la vida se nos muestra, no a la aspiración a un modelo de vida.
La necesidad nos lleva a intentar ser los mejores pero el estilo se muestra cuando uno intenta simplemente ser mejor.
El mejor sólo se define en relación con otro que es peor. Ser mejor , en cambio, tiene que ver con nosotros mismos y con los demás en la medida en que los otros puedan ser mejores si nosotros lo somos. Es la diferencia entre la competencia y la colaboración. La competencia se nos impone, no podemos eludirla y tenemos que estar preparados para hacerle frente pero la colaboración nos hace abiertos a la generosidad, a dar más que a conquistar.
Otro empeño que siempre he perseguido es el de que no separéis el estudiar del entender, dividiendo las materias entre aquellas que han de ser estudiadas y aquellas otras que han de ser entendidas, dedicando la mayor parte de vuestros esfuerzos a las segundas y tendiendo a menospreciar las primeras pues poco aprecio se puede sentir cuando se piensa que algo tiene que ser estudiado sin ser entendido. El peligro de esta manera de abordar el estudio radica en que uno se esfuerce más por saberse las cosas que por saber de las mismas.
No es lo mismo decir de algo "me lo sé" que decir "esto lo sé". Lo que simplemente "me sé" permanecerá en mi espíritu el tiempo mínimo para ser capaz de rendir un examen y luego irá desapareciendo sin dejar ningún poso. Cuando algo lo sé, con el tiempo se me borrarán los detalles pero permanecerá lo más importante, que es la comprensión. Si no comprendemos, no sabremos, aunque seamos capaces de obtener una buena nota. Mi manera de entender las cosas hace que le dé más valor al hecho de que alguien sepa y en consecuencia obtenga una buena nota a que alguien busque como primer objetivo la nota y en consecuencia estudie para obtenerla. Quien sólo haga esto último nunca disfrutará realmente de los placeres que el verdadero estudio otorga.
De ahora en adelante vuestra andadura será muy distinta. El paso de los estudios medios a los superiores coincide con el tránsito de la adolescencia a la primera juventud, pasáis de estudiar como obligación no discutida a estudiar dirigidos hacia una meta claramente profesional.
Vuestros estudios se van a centrar más en vuestros intereses más inmediatos. Muchos de los conocimientos que nosotros os hemos transmitidos los iréis olvidando. ¿ Qué quedará?
A veces oigo reproches de alumnos que protestan porque tienen que estudiar materias que no se corresponden con lo que piensan que va a ser su profesión. Es cierto que la escuela no puede darse por satisfecha con enseñar cosas inútiles, pero en la enseñanza media sería un error encauzar ya los estudios hacia una especialización prematura. Poco a poco uno se va decantando hacia aquellos estudios que más tienen que ver con sus gustos e inquietudes, pero un buen estudiante no debe limitar su atención exclusivamente hacia lo que piensa que va a tener una aplicación inmediata. La escuela no debe ser inútil pero tampoco puede limitar su función a ser una academia de adiestramiento.
 Una persona que sólo sabe de lo suyo, en el fondo acaba no sabiendo ni siquiera de lo suyo, pues el conocimiento está relacionado. Uno no debe limitarse al estrecho campo de su especialidad.
Lo mismo que afirmo del conocimiento lo afirmo de las creencias más íntimas. Más de una vez, cuando en mis clases he creído oportuno hacer alguna referencia a personajes como Moisés, San Pablo o el propio Cristo, me he encontrado con la objeción de personas que me decían que no sabían nada de tales personajes y que no les interesaba dado que ellos no eran creyentes. Yo solía responder en estos casos que una cosa es hablar de las convicciones y otra de un mínimo conocimiento cultural, pero notaba que mi respuesta no resultaba satisfactoria y decidía dar una respuesta más gráfica e intuitiva: les decía que cuando yo hacía alguna referencia a Zeus , no se debía por ello extraer la conclusión de que yo fuera politeísta.
La religión corresponde al ámbito más íntimo de la conciencia pero un conocimiento de lo que es nuestra cultura no se puede alcanzar sin entender la importancia que la religión, como factor cultural, ha tenido en la conformación de la misma. La cultura occidental no se entendería en plenitud si no tuviésemos un conocimiento aceptable de las aportaciones del cristianismo, el Islam o el judaísmo. Sin este bagaje cultural seremos incapaces de apreciar los secretos de muchos cuadros, esculturas, construcciones arquitectónicas, obras literarias y  musicales, y nuestro mundo será más pobre.
El acto de hoy es una celebración y por tanto un acontecimiento lleno de alegría. Es también una despedida y como tal, cierta tristeza no deja de estar presente. Seis años son muchos para bien y para mal. Quizá en el primer o segundo año tras vuestra salida alguien vendrá a visitarnos pero poco a poco iremos perdiendo el contacto, cada uno instado por sus propias urgencias. Así es, quizá así debe ser, es lo que hay, como diría una vez más José Ángel.
Nosotros, los profesores, somos personas que durante unos años estamos muy próximos a otras personas, nuestros alumnos, que al final desaparecen, se esfuman. Esperemos que algo de nosotros, lo mejor que cada uno de nosotros tenga, quede en vosotros así como algo de vosotros, lo mejor, pase a formar parte de nuestro fondo.
Habrá, ahora que tenéis ya una visión más completa de lo que estos seis años han significado, muchos aspectos del centro que no os hayan resultado satisfactorios, pero eso es algo normal. Uno siempre espera más de las cosas. También, de muchos de nosotros tendréis sin duda que formular críticas. Cometemos errores, como es propio de la humana condición.
En lo que a mí se refiere, dado que os he impartido materias muy diversas, muchas deficiencias me podríais señalar, sin duda.
Estoy convencido de que mis compañeros han intentado dar lo mejor de sí mismos en su quehacer. Yo, como os digo siempre, también he intentado dar lo mejor de mí, a veces con más fortuna, a veces con menos.
Si, en adelante, alguna vez sentís deseo de visitarnos, seréis recibidos por nosotros con gusto. Puede que no encontréis a algún profesor que deseéis visitar, porque no se encuentre en ese momento disponible. Si alguien quiere visitarme a mí, será fácil encontrarme en la hora del recreo, a la puerta del Centro, haciéndome daño a mí mismo con mis pocos saludables hábitos pero encantado de saludaros y enterarme de vuestros progresos.
¡ Larga vida a la promoción 2017!
¡Hasta siempre!




domingo, 14 de mayo de 2017

EUROVISIÓN Y UNIDAD IBÉRICA.

Parece ser que Portugal ha triunfado en el festival de Eurovisión con su intimista canción y que España ha quedado en último lugar porque no había más para atrás.
Personalmente no tengo gran interés por tal certamen y puede que la última vez que lo siguiera fuera allá por el 74, cuando ABBA se impuso con Waterloo y el representante español Peret asustó a la audiencia europea con sus patillas de asaltador de caminos de la época del Tempranillo.
Con todo un importante detalle: la península Ibérica ha protagonizado el festival por arriba y por abajo. No se puede pedir más. Portugal se ha impuesto a España con una contundencia desconocida desde la batalla de Aljubarrota y ya no queda más que pedir que seamos anexionados a nuestros vecinos, de tal manera que toda la península pase a ser República Portuguesa.
Tendríamos más unidad de cara a Europa, los Borbones se quedarían por fin sin trabajo, Reino Unido sería menos reticente a ceder la soberanía de Gibraltar a una república amiga, los independentistas catalanes tendrían que cambiar su discurso y empezar a decir "Portugal nos roba", cosa que nadie se creería y se lograría por fin el sueño de la unidad ibérica sobre bases más amables que las de Felipe II.

Por último pero no por ello menos importante: España dejaría de hacer el ridículo año tras año en el festival de Eurovisión.