Hay acontecimientos
de la Historia que, prescindiendo de su sentido más profundo, me producen
hilaridad. Uno de ellos es el del orondo rey Luis XVIII de Francia, saliendo
por una puerta de las Tullerías cuando Napoleón, escapado de la isla de Elba,
prácticamente entraba por la otra. Me imagino la cara de sorpresa y
estupefacción de más de un consejero del rey cuando vio aparecer por el
horizonte el capote gris del corso al que ya daban por sepultado.
Luis XVIII |
El
pasado domingo algo parecido ocurrió en la celebración de las primarias de los
socialistas cuando Pedro Sánchez, dado por muerto por toda la caterva de viejas
glorias, encabezadas por Felipe González, Guerra, Zapatero, Ribalcaba y tantos
más, se impuso a Susana Díaz. El mal perder de la sevillana sólo era comparable
al silencio de las viejas glorias, inspiradas por un abuelo cebolleta que quizá
debiera plantearse dejar su carnet y de paso dejar de dar la brasa con sus
consejos de experto que cada vez me recuerdan más a las experiencias que en mi
infancia nos contaba el capitán Tan, con sus viajes a lo largo y ancho de este
mundo.
El
impacto que Pedro Sánchez dejará en la historia no es comparable con el de
Napoleón ( la historia se presenta dos veces, como tragedia y como farsa, que
dijo Marx). Su levedad también tiene su lado positivo pues tampoco cometerá los
crímenes que le petit caporal
fomentó.
Napoleón despidiéndose de la Vieja Guardia. |
No
aprecio de momento grandes cualidades en Sánchez. Me parece leve, poco firme,
de pocas ideas y demasiadas ocurrencias. Con todo, reír, me he reído con su
victoria. Fueran cuales fueran sus equivocaciones, la forma de echarlo me
pareció de lo más feo que he visto nunca. Parecía que estaban persiguiendo a un
delincuente. Sólo faltó que le enviaran una pareja de la Guardia Civil para
detenerlo.
Puede
que sea insustancial, pero la otra era un bicho, que siempre es peor.
Con
todo, bueno sería que el viejo partido encontrara una salida digna, pues de lo
contrario, desde la otra acera, Don Tancredo puede estar años fumándose su puro
sin inmutarse.
Veremos
qué pasa. Yo apuesto a que Rajoy va a estar 15 años como mínimo.
Tampoco
me extrañaría que. tras su regreso de Elba, el guapo acabara en Santa Elena. Seguro
que alguien está ya pensando en ello.
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