La
Revolución Francesa difundió la imagen del ejército como brazo armado del
pueblo. Tal fue la visión que tuvieron los liberales decimonónicos de las
fuerzas armadas.
En
la crisis europea de los años treinta del siglo XX los movimientos orientados
hacia la derecha propusieron otra imagen: el ejército como columna vertebral de
la patria. En España José Calvo Sotelo defendió con insistencia tal visión.
Hoy
por hoy, la única institución que en estos momentos vertebra a España es El
Corte Inglés.
Tiempos
postheroicos.
Lo
malo es que más de un chiflado se ha equivocado de época confundiendo Cataluña
con Grecia y España con el imperio Otomano.
Algunos
quieren volver al siglo XIX. No lo conseguirán, pero la convivencia quedará
perturbada por mucho tiempo en el altar de una quimera absurda, retrógrada,
disfrazada de progreso para embaucar a incautos, ingenuos y algún que otro
simplemente tonto.
Al
final, con tanta inconsciencia, tendremos que montar un campamento de
refugiados en Caspe.
No
confío mucho en el talante democrático del honorable presidente de la Generalitat,
de la infumable Ana Gabriel y de tanto iluminado como anda por ahí.
No
nos merecemos esto ni a un lado ni a otro del Ebro.
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