Las
personas de mi edad solemos recordar el respeto con que recibíamos a nuestros
profesores. Un ejemplo de ello lo constituye el hecho de que cuando en el
instituto el profesor entraba en el aula, nosotros (y aquí el "nosotros"
es estricto puesto que los institutos eran masculinos o femeninos) nos poníamos
en pie hasta que el profesor dijera "¡siéntense!".
Poco
a poco, con la democratización de las costumbres del país, dejamos de ponernos
en pie y permanecíamos sentados mientras el profesor entraba e iniciaba su
clase.
He
de decir que en lo que a mí respecta, noto cada vez un mayor respeto por parte
de mis alumnos e incluso he observado que se va recuperando la costumbre de
permanecer en pie, hasta tal punto que cuando entro en el aula, mis alumnos no
sólo están en pie sino que no hay manera de que se sienten. Algunos, llevando
al extremo sus muestras de respeto, se sitúan incluso encima de las mesas y
pese a mis ruegos de que abandonen tan eminente posición, se resisten a
hacerlo.
¿Quién
dice que se están perdiendo las formas? Alguien mal informado, sin duda.
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