Se
supone que lo que caracteriza a una persona dotada de genialidad es el hecho de
ser capaz de realizar actos extraordinarios lejos del alcance de las personas
más comunes y de menor interés.
Por
ello no acabo de entender la polémica suscitada en torno a cursos, doctorados,
carreras que, realizados por nuestros próceres, han movido a sospecha por parte
de gentes maledicentes que afirman que hay irregularidades en lo que al
esfuerzo, diligencia, asistencia regular a clase se refiere por parte de dichos
padres de la Patria.
Quienes
así se soliviantan no acaban de entender lo que el concepto de genialidad
denota.
Que
alguien con esfuerzo y tesón consiga una titulación no deja de ser una muestra
de mediocridad por parte de quien así se comporta. Es un camino común, trillado
y en cierto modo vulgar.
El
toque está en conseguir todo lo anterior sin apenas esfuerzo. Eso sí que es
digno de admiración y alabanza por cuanto supone de extraordinario.
Como
ciudadano español no puedo por menos que sentirme complacido y orgulloso de
contar con una tan nutrida representación de hombres y mujeres poco comunes,
personas extraordinarias que lejos de dejarse llevar por la vía cómoda y fácil
de la rutina, ensayan otras vías, arriesgadas y audaces, novedosas.
¿Qué
camino he de aconsejar a los jóvenes?, ¿mediocridad o audacia?
Este
país tiene futuro.
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