Recuerdo no hace muchos años
haber preguntado a mis alumnos, mayoritariamente madridistas, si sabían quién
fue Amancio. La mayoría no lo sabía y a unos pocos el único Amancio que les
resultaba familiar era Amancio Ortega. Yo saqué la cuestión de Amancio con el
fin de relativizar la fama efímera de algunos nombres en su día gloriosos.
La ignorancia de mis alumnos
ante una de las leyendas indiscutibles del club de sus amores no sólo era
muestra de lo poco durable de la fama deportiva sino también del poco peso que
lo histórico tiene en nuestra cultura. Si Amancio le resultaba a mis chavales
algo remoto y desconocido se puede imaginar con qué interés estudiarían en
historia a Cánovas, Azaña o Gil Robles.
No en todas las latitudes es
tan efímero el éxito y la fama. En Milán los jóvenes aficionados siguen
saludando con cariño a Luis Suárez ( el español Balón de Oro, no el otro).
La primera vez que oí hablar
de Amancio fue nada más llegar a Madrid, en el año 1967. Mi abuela disponía de
televisor, artefacto todavía no al alcance de muchos hogares. Se transmitía un
partido que supongo sería de Copa de Europa y el nombre de Amancio era citado
constantemente por el comentarista.
Con posterioridad ya pude
ser consciente de su verdadero valor e importancia.
Campeón de la Eurocopa en
1964 ( hasta 2008 el máximo triunfo del fútbol español de selecciones), campeón
de Europa con el Real Madrid en 1966 con un equipo conocido como el Madrid
" ye ye", renovado y con la figura de Gento como enlace con el
pasado, Amancio fue durante más de una década una figura constante en el
paisaje futbolístico de los domingos y los miércoles.
Contaba el propio Amancio
cómo, tras llegar al Madrid, en el primer entrenamiento se encontró con que su
camiseta no disponía del escudo. El viejo Alfredo Di Stéfano se encargó de
recordarle que no tenía escudo porque todavía no había realizado ningún acto
reseñable para ganárselo.
En una ocasión fue multado
por el presidente, Bernabéu. El motivo no fue otro que el de haber acertado un
pleno de la quiniela, algo en principio no sancionable salvo por el hecho de
que en aquella jornada el Madrid perdió y la seriedad casi calvinista del presidente
Bernabéu no podía admitir que uno de sus jugadores pusiera en duda la creencia en la victoria de su equipo.
En 1974, año de muy mala
temporada liguera para el Madrid, en una eliminatoria de copa, la bestialidad
de un defensa del Granada a punto estuvo de acabar con la carrera de Amancio.
Se mantuvo un par de años más pero ya no volvió a jugar con la selección.
Amancio, el
"brujo", como era conocido, prolongó su relación con el fútbol como
entrenador de éxito en el filial, el Castilla, y con menos éxito en el primer
equipo.
En ocasiones tuvo que sufrir
la pitada de la afición ( quién no la ha sufrido en Chamartín).
No sé cuál sería su
cotización hoy día pero supongo que no sería pequeña.
Bueno es recordar lo pasado
y de ese modo escapar al lamentable "presentismo" en nuestro modo de
acercarnos al mundo.
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