Las autoridades educativas y, por supuesto, las políticas,
se ufanan en mostrar que el curso escolar comienza a mitad de septiembre.
¡Miserable mentira! Estamos ya casi a
final de mes y siguen sin mandarnos a todos los profesores.
Los centros se mantienen con la buena voluntad de
los que no somos interinos mientras estos últimos, dependientes de un contrato,
no son enviados a los centros en algunos casos hasta octubre, ahorrándose de
este modo un sueldo y tratándolos como temporeros a los que dan un jornal por
recoger la aceituna.
Hay crisis, hay que ahorrar, y qué mejor que ahorrar
en profesores. Dice el vergonzoso ministro de Educación ( vergonzoso no por
tímido sino por poca vergüenza ) que sobran en España veinte mil profesores.
Puede que alguno sobre, quizá yo ( uno nunca es buen juez de sí mismo ) pero lo
que sí está claro es que sobra él y otros veinte mil políticos de su estilo.
No, el curso no ha comenzado, pero quedaría muy feo
de cara a los padres ( votantes al fin y al cabo ) empezar en octubre.
Los centros concertados, sostenidos con fondos
públicos, no tienen este problema. Los padres verán lo más aparente ( que el
privado concertado ha comenzado con regularidad ) pero no verán que se nos
trata no como lo que debiéramos ser, el ejemplo de la escuela, sino como una
escoba o un almacén de jóvenes ( ahora a eso lo llaman libertad de enseñanza ).
Algo de culpa tenemos por no ser un verdadero
cuerpo, por ser incapaces de plantarnos y por tener unos sindicatos que no son
más que una burocracia de profesores que han huido de la tiza y que intentarán
molestar lo menos posible, no sea que tengan que volver a la tiza.
No hemos sabido luchar.