domingo, 26 de abril de 2015

DON QUIJOTE, BARCELONA Y LO UNIVERSAL.

"Yo —dijo don Quijote— no sé si soy bueno, pero sé decir que no soy el malo. Para prueba de lo cual quiero que sepa vuesa merced, mi señor don Álvaro Tarfe, que en todos los días de mi vida no he estado en Zaragoza, antes por haberme dicho que ese don Quijote fantástico se había hallado en las justas desa ciudad no quise yo entrar en ella, por sacar a las barbas del mundo su mentira, y, así,  pasé de claro a Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los estranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y en belleza, única; y aunque los sucesos que en ella me han sucedido no son de mucho gusto, sino de mucha pesadumbre, los llevo sin ella, solo por haberla visto. Finalmente, señor don Álvaro Tarfe, yo soy don Quijote de la Mancha, el mismo que dice la fama, y no ese desventurado que ha querido usurpar mi nombre y honrarse con mis pensamientos. A vuestra merced suplico, por lo que debe a ser caballero, sea servido de hacer una declaración ante el alcalde deste lugar de que vuestra merced no me ha visto en todos los días de su vida hasta agora, y de que yo no soy el don Quijote impreso en la segunda parte, ni este Sancho Panza mi escudero es aquel que vuestra merced conoció."



Cervantes, con una ortografía distinta a la que ahora tenemos fijada (estranjero por extranjero, por ejemplo ), se burla en este texto de la continuación que del Quijote hizo Avellaneda, pero de paso dedica a la ciudad de Barcelona unas palabras preciosas, quizá las más bonitas que un escritor haya dedicado a esa más que bonita ciudad.
Cervantes sitúa en la playa de Barcelona la derrota definitiva del caballero a manos del bachiller Sansón Carrasco, disfrazado de Caballero de la Blanca Luna con el fin de poder retar a su paisano.
El ex honorable Jordi Pujol decía no sentir como parte de su cultura la obra de Cervantes. El Quijote es universal y, como tal, difícilmente podrá ser entendido por alguien al que lo universal resulte ajeno. El Quijote es también local, pero desde luego no es nunca localista. Por eso es universal de buena ley y no esa caricatura de lo universal que se limita a ser arquetipo pretencioso y sin vida.
El único lenguaje universal que entiende, a lo que parece, el muy ex honorable Jordi Pujol es el del dinero y las cuentas bancarias.
En todo caso, me acojo, como Goytisolo y tantos otros, a la nacionalidad cervantina.


viernes, 17 de abril de 2015

NOTICIA DE IMPACTO.

Me parece que los medios de comunicación se están equivocando gravemente al situar la detención de Rodrigo Rato como noticia de impacto.



La verdadera noticia es que yo haya sido capaz de armar, con mis solas fuerzas e industria, una mesa de televisión.
Poca cosa y de poco mérito parecerá a más de uno lo que a mí se me antoja como singular proeza, dada mi anterior experiencia de luchas, peleas y fracasos en mis intentos de montar muebles de distinto tipo y condición.
Los dibujos que , a manera de instrucción, aparecen en los muebles para que los mismos sean armados nunca me han resultado claros. Los envoltorios, cajas, capas sucesivas, cartones, encubren al objeto del deseo de unas dificultades para que el usuario acceda a él que semejan más las precauciones que los romanos tomaban para proteger el honor de sus vírgenes vestales que el necesario y lógico embalaje para prevenir que el mueble pueda sufrir algún daño. De todo ello resulté triunfante y he podido dar vida a una pequeña televisión que olvidada estaba en un rincón para usarla como segunda pantalla de ordenador donde puedo ver con mayor claridad los videos que me interesan.
Que un antiguo vicepresidente de economía y antiguo presidente del Fondo Monetario Internacional robe entra dentro del curso natural de las cosas.
Que yo haga algo que resulte eficaz y funcione sí es una auténtica noticia.
Una noticia tiene más impacto cuanto más inverosímil es.
Por desgracia, la corrupción es verosímil pero mi eficacia sí entra dentro de lo increíble por inaudito.


viernes, 10 de abril de 2015

TRES LÍDERES Y SUS LECTURAS.

En los años más duros de la Segunda Guerra mundial Churchill se dirigió al pueblo británico para infundir valor y afirmó que no tenía nada que ofrecer salvo sangre, sudor y lágrimas, pero dejando bien claro a los alemanes que los británicos no se rendirían jamás.



En junio de 1940 el general francés Charles de Gaulle, en el momento del desastre ante los alemanes, se negó a aceptar la derrota y afirmó que Francia había perdido una batalla pero no había perdido la guerra.



En 2015 el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy afirmó que haría lo que tuviera que hacer y que no haría lo que no tuviera que hacer.



Los tres eran hombres de ideas más bien conservadoras. También eran hombres de lecturas, que se reflejaban en su oratoria. Churchill fue un apasionado lector de los grandes historiadores británicos, como Gibbon y Macaulay. De Gaulle era un gran conocedor de la literatura francesa. Por último, nuestro Mariano Rajoy fue un gran lector del Marca.