Es
cada vez más frecuente encontrarse, cuando estamos discutiendo sobre un asunto,
con personas que responden a lo que uno dice con la siguiente expresión: eso
será tu opinión.
Yo
suelo pensar: ¡claro que es mi opinión, de quién va s ser si no!
Si
uno habla, existen muchas probabilidades de que lo que diga sea su opinión. Con
señalar eso, no se avanza mucho acerca de lo acertado o no de lo que uno diga.
Lo
que hay detrás de esa forma de argumentar es una mentalidad según la cual todo,
absolutamente todo se puede reducir a una mera exposición de opiniones.
Se
olvida que cuando alguien defiende algo, a veces cree en eso que está
defendiendo. Si todo se pudiera reducir a un simple cotejo de opiniones se
perdería todo el sentido de una verdadera discusión.
Puede
que lo que yo diga sea una mera opinión, pero cuando argumento creo que además
de ser una opinión, es verdad. De no ser así, no merecería la pena hablar.
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