Cuando
examinamos, muchas veces nos preocupamos más por averiguar si el alumno
"se lo sabe" que por comprobar si sabe.
Parece
que es lo mismo pero hay una diferencia, parecida a la que se da entre el
propio cuerpo y un vestido.
El
que sabe algo "se lo sabe" pero no todos los que "se lo
saben" saben.
Muchos
han llegado a jueces, abogados del Estado y fiscales por su capacidad de
"saberse" los temas, pero no por su sabiduría. De entre ellos ha
salido más de un ministro.
El
verdadero saber viene cuando la acción positiva del olvido transforma la
lección bien aprendida en conocimiento genuino, nunca tan preciso como el tema
aprendido pero siempre más auténtico por más vital.
Saberse
los temas puede que no esté mal, pero sólo es un primer peldaño.
Lecciones,
temas y epígrafes son simples escaleras para subir a un piso.
Quien
sólo "se sabe" los temas es como quien conoce muy bien la etiqueta de
muchos vinos pero es incapaz de saborearlos.
Quien
sabe puede rendir un buen examen, pero puede que alguien haga buenos exámenes y
no sepa, aunque, ¿ quién sabe?.
No
sé.
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