Jamás podré ser candidato a la
presidencia del gobierno español. Carezco de todas y cada una de las
habilidades requeridas para postularme a tan alto cargo.
Aunque no soy bajo de estatura,
tampoco soy excesivamente alto, lo cual, unido a mi falta de habilidad, me
incapacita para jugar al baloncesto.
Tampoco me desempeño con especial
competencia en el siempre arriesgado deporte del futbolín.
En el baile hago lo que la mayoría:
me defiendo, pero con más empeño que acierto y mis movimientos no son
armoniosos del todo, de modo y manera que cuando bailo, doy más bien la
sensación de estar haciendo ejercicios de calentamiento.
El fútbol nunca se me dio bien y
cuando jugaba, a pesar de procurar estar siempre lo más alejado posible del
balón, si este llegaba a mis pies, no sabía qué hacer con él. Debo añadir que
mi espíritu competitivo era un tanto peculiar pues cuando había peligro para mi
portería, en vez de preocupación me daba risa, para pasmo de contrarios y
enfado de compañeros.
Aunque no tuve la oportunidad de
hablar con Bertín Osborne, tampoco tuve el deseo de hacerlo y creo que nunca me
hubiera sentido a gusto en su casa.
En definitiva, jamás podré ser
candidato a presidente y, por tanto, jamás podré ocupar tal cargo.
Lo siento por cuanto no podré formar
parte de esa lista de personajes a los que tanto admiro. ¡ Qué le vamos a
hacer!
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