Por fin se instauró en España la
República, aunque no de la manera que muchos esperaban. Se pensaba que la que
vendría sería la tercera República y en su lugar nos hemos encontrado con la
primera República italiana.
Lo malo es (y en esto lleva razón el
abuelo cebolleta) que aquí no hay italianos para desempeñarse en este marco.
Nada parecido a Aldo Moro o Berlinguer.
La diferencia de ambiente y estilo es
la misma que la que va de Fellini a Berlanga.
Ya lo dijo Azaña en plena guerra: el
país no da para más.
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