miércoles, 7 de junio de 2017

¿INDEPENDENCIA?

Ya se sabe que el castigo más severo que los dioses pueden infligirnos es el de que todos nuestros deseos se cumplan.
Si después de tanto empeño los independentistas catalanes (minoría activa en medio de una mayoría envuelta en la espiral del silencio) alcanzaran su deseo de constituir una República Catalana, más pronto que tarde se darían cuenta de que en vez de separarse de "Madrid", abstracción de "España", se han separado en realidad de Fraga y Vinaroz, localidades próximas y hermanas.
En vez de "independencia", que debiera aludir a libertad, habrán logrado enclaustramiento y empequeñecimiento.
Pasada la ebriedad de su logro, verán que sus hospitales y escuelas no cumplen su labor mejor, puede que incluso peor, si cabe.
En vez de una fiesta discutida, como el 12 de octubre, celebrarán otra, quizá el 11 de septiembre o el nuevo día que señale su liberación. Marcarán el paso ante su presidente no sé si con un nuevo ejército pero sí con sus Mossos.
Cuando surjan protestas estos mismos Mossos sacudirán con su conocida contundencia, pero la población liberada puede que por un momento se sienta feliz de que le peguen los suyos en vez de los de fuera (el mundo de las perversiones sexuales es amplio y diverso).
Durante un tiempo habrá polémica acerca de dónde debe jugar el Barça. Del Espanyol nadie se ocupará (periquitos, sois insignificantes hasta para eso).
¿Tienen la culpa los fanáticos? No. A un enfermo no se le puede culpar.
Sí que tienen responsabilidad los ignorantes, porque la ignorancia sí es culpable. Los que confunden la guerra de Sucesión con una guerra de secesión. Los que, por increíble que parezca, confunden la Guerra Civil con una guerra entre Cataluña y España.
Lo peor, los que olvidan que el progreso discurre de la tribu a la aldea, de la aldea a la ciudad y de la ciudad al mundo.
Cómo una causa tan reaccionaria puede ser vista como algo avanzado es un misterio ante el cual el de la Santísima Trinidad palidece por excesivamente simple.

Mientras tanto, tranquilo, Don Mariano. Puede estar años ante tanta estulticia como tiene enfrente.

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