sábado, 1 de marzo de 2014

EL ARTE DE LA PELEA.

La pelea es una de las bellas artes. No he sido yo muy peleón. Ni siquiera de niño me atrajeron nunca aquellas peleas que hacían las delicias de mis compañeros en la escuela.
Ya de mayor, pocas veces he peleado. Con los puños nunca, no por bondad, supongo, sino por conciencia de mi debilidad en ese terreno.
De las otras peleas, de las que rompen amistades y producen enojos sí que he participado, pero tampoco se puede decir que en exceso. En general, suelo llevarme bien con la gente. Con todo, cuando me he peleado, ha sido de forma clara, contundente y supongo que eficaz, pues he conseguido que la persona agraviada no me hable más.
No tengo por ideal de vida el ir peleándome por esos mundos, pero he de reconocer que tengo el gran mérito de pelearme con quienes en el fondo todo el mundo desearía estar peleado. Es un logro, pues hay personas que no sufren con facilidad que alguien no les hable, personas que prefieren aguantar a quien saben insoportable antes que pasar por el trance de una situación incómoda.
No creo que uno deba llevarse bien con todo el mundo y, a veces, cuando he reñido con alguien, en un principio siento incomodidad pero poco a poco esa incomodidad se va transformando en satisfacción pues no todos los días se experimenta el placer de librarse de algún bobo ( o alguna boba ).


Mejor que el bobo ( o la boba ) desaparezca de tu campo de amistades que tener que  escuchar  constantemente idioteces en nombre de una convivencia que no merece la pena si es al precio de transigir con tanta necedad. 

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