Ha desaparecido en España el trato de “usted”. Difícil es
encontrarse con alguien que lo emplee. He visto más de una vez cómo personas
más jóvenes, como puedan ser dependientes de una tienda, se dirigen a personas
que ya tienen nietos o biznietos ( también es correcto “bisnieto”) con un
contundente y expeditivo: “¿qué más quieres?”.
¿Me molesta? De acuerdo con los tiempos tendría que
decir que no, pero mentiría. Siempre me ha molestado que en ciertos ámbitos no
se respete la distinción entre el “tú” y el “usted”.
Se suele dar como argumento que el tuteo resulta más
“familiar” pero tal forma de razonar da por supuesto que una persona desea ser
tratada como si fuera parte de la familia de quien así habla, cosa que parece
estar lejos de la realidad en un gran número de casos.
Cuando en la oficina bancaria le hablan a uno de
“tú”, pretendiendo expresar confianza, a mí más bien me transmite recelo e
incluso temor. Si el banco se presenta como parte de mi familia, yo veo más
bien en el mismo a otro tipo de familia, más próxima a la “familia” napolitana
o siciliana.
El uso indiscriminado del “tuteo” expresa la
dificultad que en España tenemos a la hora de distinguir entre el ámbito más
personal y familiar y el ámbito social.
Se suele decir que “usted” indica distancia, pero, ¿
qué de malo tiene la distancia?
Antiguamente cuando alguien se permitía apear el
“usted” a una persona de él no conocida, esta última solía decir: “Oiga,
¿cuándo he comido yo con usted?” Hoy tal respuesta apenas sería entendida.
Con todo, lo más lamentable de perder un uso es que
se pierde un matiz, siendo el resultado una mayor pobreza. Si el castellano nos
brinda la posibilidad de matizar el grado de confianza de una relación, no hay
motivo para que tal matiz se anule con nuestra manera de usar el lenguaje.
Si con todos tenemos confianza es tanto como no
tenerla con nadie.
Los borbones españoles siempre tuvieron la
costumbre de tutear a todo el mundo, pero no son un buen ejemplo. Parece que en
Inglaterra es normativo el llamado “inglés de la reina”. Aquí, con Juan
Carlos, el español del rey no llevaría a nadie a conseguir el Nobel. Felipe VI
parece que no tutea tanto a todo el mundo. No está mal.
El uso generalizado del “tuteo” no deja de ser un
caso particular de algo más grave: la generalización del registro coloquial.
No se habla igual en la barra del bar que si uno tiene a
su cargo dar una conferencia. Si cuando vas a tomar un café tu compañero te da
una conferencia, lo acabarás viendo como un pedante ( he conocido a alguno ).
Si el que da la conferencia lo hace como si estuviera hablando en la barra de
un bar, nos parecerá que no mantiene su parlamento al adecuado nivel.
Eso sería no saber cuándo hay que emplear el
registro coloquial y cuándo el registro más formal. Si toda habla es coloquial,
el resultado es la falta de distinción y, en última instancia la confusión.
Por mucho que le hables al profesor de “tú” te va a
suspender si lo considera adecuado. Por mucho que le hables de “tú” al agente
de la autoridad, te va a poner la multa, si llega el caso. Si te van a
suspender o multar, por lo menos que no piensen que los quieres.
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