Ya
hace tiempo que me pongo en guardia cuando oigo la expresión "te voy a ser
sincero". Lo que debiera ser una virtud encomiable se convierte entre
nosotros en el preludio de una crítica maleducada en no pocas ocasiones.
La
misma prevención me causa la afirmación de alguien que dice hablar "sin
complejos". Esta última expresión, popularizada en los años noventa por el
conquistador de Perejil, se ha convertido en la antesala de cualquier
barbaridad. Se dicen estupideces, pero como se dicen "sin complejos"
parecen por ello más justificadas.
En
todo lo anterior lo único que hay es el eterno rugido del macizo de la raza que
confunde una vez más el pensar con el embestir, como ya señalara Machado.
Hay
quien habla sin complejos y sin leer el discurso, sin papeles. Más valiera que
leyera un poco más, quizá de ese modo le entrara en su mente alguna duda y se
acomplejara un poco.
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