lunes, 4 de marzo de 2019

IR "DE FRENTE".


Nunca he entendido la fascinación que algunas personas causan sobre otras cuando dicen palabras gruesas, profieren expresiones maleducadas y afirmaciones brutales por lo poco matizadas y lo mucho gritadas.
Hay un cierto tipo de personas, no mayoritarias pero tampoco pequeñas en número, que cuando oyen hablar a alguien en tales términos afirman, con admiración, que son personas que van "de frente".
Tal parece como si el ir "de frente" fuera garantía de autenticidad.
Hay personas para las que el matiz, el claroscuro, el gris, más que signo de finura es muestra de debilidad y de poco compromiso.
Personas que, ante cualquier juicio que uno vierta sobre una materia, más que atender a las razones, se plantean "de qué lado estás".
Personas que sólo admiten un pensamiento polarizado: o estás a favor o estás en contra.
Cierto es que en cuestiones cruciales hay que estar a favor o en contra. No sería juicioso, por poner un ejemplo, que alguien ante el maltrato hacia las mujeres, dijera que hay que estudiar cada caso. Con todo, en un gran número de cuestiones, no es fácil responder con un sí o un no tajantes. Quienes van "de frente" no alcanzan a comprender, o no quieren, que el hecho de matizar no es signo de debilidad o cobardía, sino más bien de duda.
¿Qué sería de la civilización sin la duda? La duda es la madre del conocimiento. No dudar suele ser signo más bien de tosquedad argumental.
También se habla últimamente de que hay que ir por la vida "sin complejos", como si los complejos no formaran parte de cualquier vida humana. Los seres humanos tenemos complejos porque somos complejos. Lo opuesto a complejo no es la valentía, es la simplicidad.
Ahí puede estar la raíz del éxito que últimamente obtienen los mensajes poco matizados: la falta de complejidad y la simpleza con que los juicios se vierten, ya sea en las redes sociales o en los medios de comunicación.
No quiero personas "sin complejos", quiero personas complejas, difíciles, que duden, que piensen.
Un fascismo de nuevo cuño se está imponiendo entre nosotros sin que acertemos a dar respuesta adecuada.
El exabrupto siempre tiene la ventaja de la inmediatez de su propia brutalidad. Es llamativo y divierte a algunos. El análisis frío es aburrido, lento, poco llamativo.
La sociedad del espectáculo hace tiempo que ha decidido dar facilidades al exabrupto. Cuando alguien tiene algo que decir de verdad, es rápidamente censurado puesto que no da ningún "titular".
Vamos hacia un mundo de enanismo mental. Los que van "de frente" van ganando. Habrá que hacerles frente.


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