Curioso
país el nuestro. Insultamos hasta para expresar admiración, sobre todo si se
trata de alabar alguna actividad en la que se requiera un grado notable de
habilidad.
“¡Qué
bien juega el cabrón!” diremos si estamos ante alguien que se desempeña bien con
el balón o que destaca en cualquier otro deporte.
“¡Qué
bien toca el “hijoputa”!” puede ser una expresión habitual para mostrar nuestra
aprobación a la manera de tocar el piano, la guitarra o cualquier otro
instrumento por parte de algún conocido.
Por
el contrario, cuando queremos advertir a alguien que no nos gusta su manera de
proceder recurrimos a expresiones corteses del tipo de: “caballero, permítame
decirle que….” tras lo cual vendrá con toda seguridad una reprimenda dirigida
hacia el mencionado caballero.
El
insulto para la admiración. La cortesía para el reproche.
Somos
un país curioso, en verdad.
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