Un
símbolo se respeta mientras es un ejemplo.
Cuando
el símbolo deja de ser ejemplo se convierte en representación gastada y, al
final, en símbolo de otra cosa, en dique de contención de los miedos reales o
imaginarios ante lo desconocido.
Se
habrá pasado entonces del símbolo al tapón.
El
tapón será eficaz si en la botella no hay mucha presión pero de haberla, será
mejor abrirla antes de que salga el contenido de manera brusca y se derrame
salpicando de forma indiscriminada a todos los que estén cerca.
Saber
abrir la botella a tiempo es el arte de la gente inteligente. Más inteligente aún
es no embotellar y dejar que el líquido fluya de manera libre.
Ahora
lo que predomina es más bien una actitud obtusa, que ante la presión se limita
a decir que lo mejor es no menear mucho la botella, no sea que estalle.
También
es verdad que del negocio del líquido embotellado ha vivido mucha gente.
El
miedo no puede ser nunca un buen argumento para hacer o dejar de hacer cosas.
Caso de que lo que se haga lo sea por miedo, el resultado será siempre
insatisfacción y desagrado por haber hecho algo que se sabe que no es lo
adecuado sino lo aparentemente conveniente.
Al
final vendrán gentes que no se harán solidarias de nuestros miedos. No podemos
hacer pasar a las gentes nuevas nuestros miedos como experiencia y sabiduría
porque no nos entenderán.
En
todo caso la sabiduría consiste en ser consciente de los peligros, no en
claudicar ante ellos.
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